Es tarea de cada una de las personas de la sociedad el crecer en conjunto y no de manera individual. Se vive en un país de igualdad, se asegura que todos tienen el acceso a las mismas condiciones de vida y a la misma educación, pero lo único que se hace es mentirle al mundo, puesto que nadie hace nada por exigir un mejor nivel educativo. La educación, de ambos tipos, no es un problema de unos cuantos, no afecta sólo a la población que no recibe el mismo nivel o que no tiene los mismos alcances económicos, no es algo que sólo le atañe a los gobernantes que tienen el deber de hacer algo, sino que es algo que afecta e involucra a toda la sociedad.
Las políticas educativas deben contemplar una metodología y contenidos adecuados para un buen abordaje del tema de la equidad de género, que en este momento repercute de manera importante en el desarrollo del país, por la trascendencia de las decisiones futuras que nuestros jóvenes decidan tomar y que marquen el rumbo de nuestro país.
Para tal efecto, los docentes tenemos un gran compromiso en prepararnos pedagógicamente para motivar a los jóvenes a un cambio de actitud favorable en la aplicación de la equidad de género; para esto es necesaria una formación continua y realizar investigaciones en educación, en valores y sus estrategias de implementación para llegar a un aprendizaje real reflejado en acciones que nos hagan trascender estas limitaciones ideológicas.
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