sábado, 19 de enero de 2013

Fracaso escolar: DEFINICIÓN Y CONCEPTO Y CAUSAS

DEFINICIÓN Y CONCEPTO Y CAUSAS:

Fracaso:


1. m. Falta de éxito o resultado adverso:
Escolar:
1. adj. Del estudiante, de la escuela o relativo a ellos
2. com. Alumno que cursa la enseñanza obligatoria:
Hablamos de fracaso cuando un niño no es capaz de alcanzar el nivel de rendimiento medio esperado para su edad y nivel pedagógico. Se entiende entonces por fracaso escolar el hecho de no lograr el título académico mínimo obligatorio de un sistema educativo. En España, se habla de fracaso escolar para referirse a quienes no obtienen el título final de la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), el cual se obtiene habiendo logrado superar los diez cursos o niveles de educación obligatoria a diferencia de hace años cuando había que superar tan solo ocho cursos para obtener el título de Graduado Escolar, Educación General Básica (EGB).
Dado que el único criterio para evaluar el éxito o el fracaso de los niños, son las calificaciones, el fracaso se traduce en suspensos, que por supuesto suelen ser masivos y hace que los padres ya no sepan qué hacer con ese niño o ese joven.
El éxito y fracaso escolar ¿tiene culpables y víctimas? Aquí la expresión de culpable ha de entenderse más bien como responsable o causante y el término víctima en sentido de persona que soporta o sufre el fracaso.
Las causas del fracaso escolar se dividen en tres tipos y se clasifican o agrupan según tengan que ver con:
1. Las que tienen que ver con el propio estudiante
2. El sistema educativo
3. Factores socioeconómicos (estos son ajenos al sistema educativo).
En cuanto a los estudiantes que pudieran sufrir algún tipo de fracaso escolar, podemos encontrar diferentes motivos pudiendo ser debido a:
1. Necesidades especiales (las cuales intervienen de forma negativa tanto en su aprendizaje como en su progreso en el aula)
2. Falta de motivación (la cual debería ser analizada y tratada)
Encontramos aquí factores de especial interés como los relacionados con el profesor, siendo este el máximo responsable de desarrollar al máximo su capacidad para instruir a sus alumnos una enseñanza con una metodología flexible y siempre atendiendo a la diversidad. Por otro lado también tendríamos que tener en cuenta que tanto el centro escolar como el sistema educativo son partícipes de esta responsabilidad dentro del fracaso escolar, siendo el centro escolar el encargado de aportar a sus alumnos un buen clima así como también cumplir con la suficiente autonomía para gestionarse como entidad educativa (financiación, educación comprensiva, carrera docente, horarios etc.)
No menos importantes son otros factores de los que hablaremos más adelante como la gran influencia de la familia, el mercado laboral, etc.

2. EL FRACASO ESCOLAR DESDE UNA PERPECTIVA PSICOSOCIAL


El término de “fracaso escolar” es ya inicialmente discutible. En primer lugar, porque transmite la idea de que el alumno “fracasado” no ha progresado prácticamente nada durante sus años escolares, ni en el ámbito de sus conocimientos ni en su desarrollo personal y social, lo que no responde en absoluto a la realidad. En segundo lugar, porque ofrece una imagen negativa del alumno, lo que afecta a su autoestima y a su confianza para mejorar en el futuro. Lo mismo sucede si la etiqueta de fracaso se aplica a la escuela en su conjunto porque no alcanza los niveles que se espera de ella. El conocimiento público de esta valoración puede incrementar sus dificultades y alejar de ella a alumnos y familias que podrían contribuir a su mejora. En tercer lugar, porque centra el problema del fracaso en el alumno y parece olvidar la responsabilidad de otros agentes e instituciones como las condiciones sociales, la familia, el sistema educativo o la propia escuela.
Estos problemas han conducido a utilizar otras denominaciones como “alumnos con bajo rendimiento académico” o “alumnos que abandonan el sistema educativo sin la preparación suficiente”. También se ha considerado que puede ser preferible elaborar políticas educativas en torno a objetivos positivos, como conseguir éxito para todos o mejorar el rendimiento educativo, y evitar que los esfuerzos tengan que concentrase en un mensaje más negativo como la lucha contra el fracaso escolar. Sin embargo, el término de “fracaso escolar” está ampliamente acuñado en todos los países y es mucho más sintético que otras expresiones, por lo que no es fácil modificarlo.
La sociedad del aprendizaje y del conocimiento demanda alumnos con las habilidades necesarias para integrarse satisfactoriamente en ella. Pero no son solo habilidades cognitivas lo que se necesita, sino que también se necesitan las capacidades para las relaciones humanas, para vivir la incertidumbre, para enfrentarse al riesgo y para sentirse solidario con los otros. La escuela no puede seguir pensando que los alumnos van a enfrentarse, cuando terminen la etapa inicial de sus estudios, a una sociedad homogénea y estable, sino más bien a una sociedad heterogénea, cambiante e imprevisible. Todo ello plantea también consecuencias importantes para aquellos alumnos que fracasan en sus aprendizajes, ya que sus dificultades pueden estar tanto en sus habilidades para la formación como en sus habilidades socio-afectivas y personales, por lo que los programas que busquen la superación de sus problemas han de tener en cuenta ambas dimensiones.
Los alumnos actuales, desde que nacen, están viviendo en una sociedad audiovisual e informatizada en la que la rapidez de la información, la capacidad de selección y el predominio del elemento visual están modificando los estilos de atención, el interés por los temas y sus estrategias de aprendizaje. El compromiso de los jóvenes con el aprendizaje no es simplemente una cuestión de voluntad o de esfuerzo sino también de adaptar la enseñanza a sus características y conectar con su manera de situarse en la vida.
Lo psicosocial podemos decir que es la influencia de las variables originadas en las estructuras, condiciones y/o contextos sociales en el desarrollo y/o bienestar psicológico de las personas. Las variables psicosociales son aquellas que, influyendo en el desarrollo o en el bienestar psicológico de las personas, tienen su origen, directa o indirectamente, en las estructuras, las condiciones o los contextos sociales.
Entre las principales causas de fracaso escolar entre los jóvenes, sin contar con las razones económicas, aparecen situaciones como los problemas sociales, problemas familiares y problemas de conducta, y a su vez todas ellas se distribuyen desigualmente entre los jóvenes según su pertenencia a ciertos grupos socioeconómicos. Seguramente habría consenso en que éstas son causas vinculadas a factores psicosociales, y justifican directamente tratar lo psicosocial como una forma directa de fracaso escolar de los alumnos. La calidad de vida de las personas es el resultado de variables psicosociales, por lo que es necesario un desarrollo psicosocial positivo para conseguir frenar el fracaso escolar de los alumnos.
Esta preponderancia de variables que pueden ser consideradas psicosociales sobre otro tipo de variables en la explicación del fracaso escolar, tiende a revelar dos hechos contrapuestos: primero, que el ordenamiento social de nuestro país parece favorecer situaciones de lo que podríamos llamar “estrés psicosocial” en una proporción importante de la población juvenil y en ciertos grupos sociales; y segundo, que las instituciones educativas no parecen responder adecuadamente a estas situaciones para acabar con ellas, sino al contrario, parece agudizarlas, actuando selectivamente a través de la exclusión de aquellos jóvenes que se encuentran más influenciados por variables psicosociales como la soledad o la mala relación con sus padres.
La institución educativa debe ser esencialmente pedagógica. Sin embargo, no puede dejar de lado el hecho de que en ella se cruzan todos los aspectos psicosociales de sus alumnos y de la realidad en la cual se
encuentra. De este modo, mientras más compleja sea y menos instrumentada esté dicha realidad psicosocial, mayor es la exigencia para que dicha institución aborde los problemas psicosociales, ya que aparece como la instancia mejor instrumentada y posicionada en el contexto para superarlos.
En el sentido más estricto, la institución educativa constituye una organización social, un sistema de relaciones entre personas y grupos de personas, una organización con roles y expectativas diferenciados, que se afectan mutuamente y establecen prácticas y modos de funcionamiento específicos, y que está, a su vez, integrada en un sistema de relaciones sociales. La escuela es, en sí misma, un contexto social que produce sujetos, y es, en este estricto sentido, propiamente psicosocial.
El mantenimiento de altas tasas de fracaso escolar provoca graves consecuencias en los alumnos y en la sociedad. Los jóvenes que abandonan prematuramente el sistema educativo o que no alcanzan la calificación mínima necesaria tienen una escasa confianza en sus posibilidades y una baja motivación. Pero tal vez lo más grave sea su dificultad de adaptarse a las crecientes exigencias laborales, por lo que el riesgo de marginación económica y social se incrementa.
El problema del fracaso escolar no es solo un problema educativo. Es también un problema con enormes repercusiones individuales y sociales.

3. MODELOS PSICOSOCIALES DEL FRACASO ESCOLAR


Al hablar de los modelos psicosociales del Fracaso Escolar, se debe tratar de analizar el efecto psicológico que producen en el alumno las variables relacionadas con el ambiente familiar, por las relaciones dentro del aula, por el concepto que se tenga de uno mismo y por el autoestima del cada alumno.
Después de esto, hablaremos de cada una de las variables que se pueden incluir dentro de los modelos psicosociales:

  • 3.1. Ámbito familiar


La familia es la primera y más importante institución educadora. Las interacciones que se producen en su seno influyen de modo continuo y significativo en la vida de sus miembros.
Aunque haya numerosas excepciones, cabe pensar que el nivel instructivo de los padres incide en el rendimiento académico de los hijos. Si los padres tienen un nivel educativo bajo es más probable que
los resultados escolares de sus hijos sean insatisfactorios, mientras que si el rango de estudios de los progenitores es de grado medio o superior se favorece el rendimiento escolar de sus hijos.
Por otra parte, la escasez de recursos económicos familiares puede frenar el proceso formativo y el rendimiento académico de los hijos cuando las presiones y situaciones impuestas por la penuria son tan grandes que ahogan a los menores en preocupaciones o impiden disponer de las condiciones materiales necesarias para estudiar.
Se puede comprobar que las actividades sociales y recreativas de la familia constituyen un buen indicador de la influencia que esta institución ejerce sobre el rendimiento escolar del alumno, ya que los alumnos que tienen un buen ambiente familiar en casa luego consiguen mejores notas que los alumnos con ambientes familiares malos.
Con carácter general, cabe consignar que el clima familiar que puede ayudar a optimizar la educación y consiguientemente a neutralizar el fracaso escolar, es el que se basa en el afecto, la comunicación, la seguridad, el respeto, las normas, la participación y el fomento de la autonomía.

  • 3.2. Ámbito escolar


El ambiente escolar no se reduce al marco físico, también hay que tener en cuenta la dimensión humana. El clima social escolar depende de la cohesión, la comunicación, la cooperación, la autonomía, y la organización del estilo de dirección docente. En general, el tipo de profesor dialogante y cercano a los alumnos es el que más contribuye al logro de resultados positivos y a la creación de un escenario de formación presidido por la cordialidad. Hay que cultivar la participación a través de la interacción, el establecimiento consensuado de normas de convivencia, la implicación de los alumnos en cuanto atañe a su educación, la asunción creciente de responsabilidades…
Se puede pronosticar un mejor rendimiento académico a los alumnos que trabajan en un ambiente presidido por normas claras y en el que se cultiva la cooperación sin prescindir de la autonomía.
También se debe hablar de que la cooperación entre alumnos, además de favorecer el rendimiento académico, genera relaciones personales positivas entre ellos.
Las técnicas de aprendizaje cooperativo han demostrado su eficacia para mejorar la motivación, la autoestima y el funcionamiento de las capacidades intelectuales de los alumnos, ya que mejoran la capacidad crítica y la calidad del procesamiento de la información, lo cual hace que se produzca un incremento del rendimiento académico de los alumnos.
Por otro lado, también tenemos que referirnos al multiculturalismo y a la tecnificación crecientes en muchos centros educativos. En la actualidad, en los centros educativos, un considerable número de alumnos, en mayor número inmigrantes, se encuentra en situación de vulnerabilidad y fracaso escolar. En cuanto a la tecnificación, se precisa una paulatina formación básica de los alumnos en estos instrumentos, algo que, por otra parte, resulta bastante complicado si no se dispone de unos mínimos recursos. Así como se ha constatado un uso inadecuado o abusivo de la tecnología en diversos centros educativos, se sabe que en otros la presencia de estas herramientas es insuficiente. Cualquiera de las dos situaciones puede empujar hacia el fracaso escolar y aun social.

  • 3.3. Ámbito personal


El estudio del rendimiento escolar a partir de variables personales enfatiza con justicia el hecho de que el verdadero protagonista de la educación es el alumno y, desde esta perspectiva, se interesa por identificar condicionantes enclavados en la personalidad y altamente explicativos de los resultados obtenidos.
Las variables más relevantes, que influyen en el rendimiento del alumno pueden ser el autoconcepto y la autoestima, el alto nivel de aspiraciones, las actitudes hacia el estudio, la autoeficacia, etc.
La inteligencia se presenta como una realidad evolutiva que, aunque alcance el techo en la adolescencia, en años posteriores puede enriquecerse gracias a la experiencia vital. Esta inteligencia propia de cada alumno puede influir de una manera muy clara tanto en el éxito como en el fracaso escolar, ya que los alumnos con una inteligencia más desarrollada tienen menos posibilidad de fracaso escolar que los alumnos con una inteligencia menor.
La personalidad constituye algo dinámico y a su vez adaptativo. Es el resultado de los factores hereditarios y ambientales. Es relativamente estable y consistente, pero también experimenta cambios más o menos significativos, como por ejemplo, en función de los acontecimientos biográficos y de la edad del alumno. Entre las condiciones que poseen mayor potencia modeladora de la personalidad se encuentra, sin duda alguna, la educación. Se sabe que durante la adolescencia acontecen notables transformaciones físicas y psicológicas que pueden afectar al rendimiento escolar. En cualquier caso, cabe afirmar que la perseverancia, en cuanto rasgo de personalidad, ayuda a obtener buenos resultados. Todo éxito requiere constancia, esfuerzo prolongado, tolerancia a la ambigüedad y a la frustración.
En los últimos tiempos está adquiriendo gran protagonismo en la escuela el ámbito emocional, ya que este tiene una incidencia directa en los resultados escolares. El autoconcepto y la autoestima positivos y equilibrados favorecen sobre todo el rendimiento académico. El respeto, la cordialidad, la confianza y el fomento de la autonomía son algunos de los aspectos que los profesores e instituciones escolares han de cultivar cotidianamente, ya que la exclusión y el desafecto son condiciones de riesgo que empujan a los alumnos hacia el fracaso y los problemas de salud mental. Los fenómenos afectivos, concretamente las motivaciones, los sentimientos y las emociones, incluso las pasiones, que se generan en los contextos escolares, pueden impulsar o frenar el aprendizaje y el rendimiento.
La motivación se refiere al conjunto de procesos implicados en la activación, dirección y persistencia sobre algo. La motivación desempeña un papel relevante en el inicio y mantenimiento de la actividad escolar y que, por tanto, favorece los buenos resultados escolares. Cabe pensar que el alumno motivado se involucra en su proceso de aprendizaje y hace lo posible por alcanzar las metas establecidas, lo contrario que sucedería con un alumno desmotivado.
Los hábitos y las técnicas de estudio influyen en la eficacia del estudio del alumno ya que el hábito de estudio es necesario si se quiere progresar en el aprendizaje, y de otro, conviene sacar el máximo provecho a la energía que requiere la práctica intencional e intensiva del estudio por medio de unas técnicas adecuadas.

4. FACTORES DEL FRACASO ESCOLAR


Hay unos factores que originan el fracaso escolar y otros que son los sujetos de ese fracaso y los que lo sufren. Todos o casi todos somos a la vez culpables y víctimas del fracaso escolar, ya que la educación es un fenómeno social en el que toda la sociedad, de una u otra forma, está implicada.

  • Factores ocultos del fracaso:


 Factores instrumentales:
1- Valores confusos, hipocresía social, cultura del eufemismo…
2- Carencia de un pacto de estado sobre la educación.
3- El hecho diferencial.
4- Algunas teorías pedagógicas
5- Hiperprotección y laxitud familiar.
Factores visibles del fracaso:
 Factores instrumentales:
1- Falta de voluntad de enseñar y deficiente formación pedagógica.
2- El sistema educativo.
3- Organización de las escuelas.
4- Pasotismo y “juvencentrismo”. Responsables de factores ocultos del fracaso:
1- La sociedad.
2- Partidos políticos y Gobierno estatal.
3- Gobiernos autonómicos.
4- Pedagogos de salón.
5- Padres. Responsables de factores visibles del fracaso:
1- Profesores.
2- Administradores de la educación.
3- Equipos directivos.
4- Alumnos.

5. TIPOS DEL FRACASO ESCOLAR

Hay varios tipos de fracaso:
a) Primario: cuando aparecen problemas de rendimiento en los primeros años de la vida escolar del niño, suelen estar asociados a dificultades madurativas pudiendo solucionarse espontáneamente o siendo la base de un fracaso escolar permanente.
b) Secundarios: se produce cuando después de unos años de escolarización muy buena aparecen problemas, generalmente debido a cambios en el niño, como la adolescencia o algún hecho puntual en la vida del niño que interfiere momentáneamente.
c) Circunstancial: el fracaso es transitorio y aislado, es por tanto algo cuyas causas deben averiguar, para poder poner el remedio adecuado.
d) Habitual: los suspensos constituyen la tónica habitual del niño, desde el comienzo de la escolaridad. Debido a esas causas de origen personal como por ejemplo, retraso en el desarrollo psicomotriz, retraso del lenguaje hablado, bajo nivel intelectual, problemas personales, etc.
Otra cuestión a abordar es el porque pasan los alumnos. Son algunos jóvenes que muestran una indiferencia ante la mayor parte de temas que importan al mundo de los adultos: bien porque no les afectan, no los entienden, no les interesa o, simplemente, no los conocen.
Otro tema a tratar es el de ser padres y educadores. En efecto, ser padre y sentirse responsable de lo que comporta la paternidad significa ser, al mismo tiempo, educadores de sus hijos. Ser un padre o una madre responsable supone que ha de ser también un formador desde el primer día. Un padre responsable no puede delegar en los poderes públicos todos sus deberes formativos. Naturalmente, la inmensa mayoría de familias no tienen tiempo, los recursos, ni la preparación suficiente para dotar a sus hijos de una sólida educación, por eso, el estado o la correspondiente comunidad autónoma toman el relevo de los padres en el deber de educar a los niños y jóvenes; pero el papel de los poderes públicos es siempre vicario respecto al rol primordial que tienen los progenitores de educar.
Los docentes se encuentran con alumnos acostumbrados a cuestionar todo lo que signifique ordenamiento, reglamentación y normativa; unos alumnos que están sobreprotegidos por sus padres. El resultado es que los maestros hoy en día tienen escasa autoridad y cuando la ejercen no siempre se ven respaldados por la correspondiente administración educativa.
Por todo ello los padres tienen una significativa cuota de participación en el éxito o el fracaso escolar de sus hijos.

Fragmento recuperado de un trabajo de investigación de la Universidad Autónoma de Madrid 
http://www.uam.es/personal_pdi/stmaria/resteban/FRACASO%20ESCOLAR%201.pdf

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